Cuántas veces viajando por el extranjero nos ha decepcionado un paisaje
o recorrer una ruta que previamente se nos había "vendido"
como inigualable. Muchas, sin duda. Sobre todo si sabemos que no lejos
de nuestros hogares es posible encontrar alguna que otra pequeña gran maravilla.
Qué prodigios pueden
ofrecernos la cascada de Vallestad en Noruega, el crómlech del Piccolo
S. Bernardo en Italia o el Lago Blanco de Alpes Franceses, cuando en
Extremadura tenemos el chorro de Ovejuela, los dólmenes de Valencia de
Alcántara o (muy cerca de nuestros límites regionales) la Laguna de la
Nava, que en absoluto les van en zaga.
Sin pretender caer en tesis
de nacionalismo barato -con aquello de "lo mío es lo mejor"-, y
con las reservas que en todo tipo de comparaciones se debe tener, sería
factible resumir que la única diferencia entre ambas elecciones reside
en su publicidad.
Publicidad que queremos
aumentar con la publicación en esta página Web de una pequeña parte
de nuestros horizontes extremeños.
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